Yom Kipur, conocido como el “día del perdón”, empezó ayer martes con la puesta del sol. Este día remonta su origen hace 3300 años. El pueblo de Israel fue liberado de su esclavitud en Egipto y luego D’s le entregó la Tora. Moisés subió al Monte Sinai, el pueblo no supo calcular cuándo era el momento de reencontrarse con su líder, se impacientó y realizaron un becerro de oro. Al realizar este acto de idolatría fueron castigados y comenzaron un periodo de recomposición de la relación con D’s que duró hasta el 10 de Tishrei (Fecha del calendario hebreo de Yom Kipur). Ese día D’s le dijo al pueblo: “Salajti kidbareja (Los perdonare como lo pediste)” (Bamidbar 14:20).
El ayuno dura alrededor de 26 horas donde dejamos de preocuparnos por cosas mundanas para ocuparnos de las cosas importantes que nos enaltecen como humanos y nos elevan a otras categorías espirituales. Además de la prohibición de beber y comer, también está vedado calzar zapatos de cuero, untarse con cremas el cuerpo, bañarse y tener relaciones íntimas. Es el día en que nos parecemos a los ángeles.
El arrepentimiento es una parte fundamental de la fecha. Nos arrepentimos por las malas acciones y buscamos reparar nuestra relación con nosotros, con el prójimo y con D’s. Es una condición casi substancial del “día del perdón” el encontrarse con uno mismo y poder hacer una gran introspección. En la actualidad no nos permitimos tener tiempo para nada, menos para pensar que estamos haciendo y qué haremos. Este día es un regalo de D’s para desconectarnos de lo banal y conectarnos con Él, con los afectos y con nosotros.